En condiciones normales, el ser humano tiene aproximadamente 10 billones de células y, por cada una de ellas, diez microorganismos. La mayor parte de ellos reside en el tubo digestivo. En realidad, somos más «bichitos» 🦠 que personas, y lo normal y saludable es que sea así.

Cuando estas condiciones fallan y las bacterias presentan una menor diversidad y cantidad —debido a una dieta alta en azúcares y harinas, un bajo consumo de verduras y frutas, y el uso excesivo de antibióticos— la salud se resiente de múltiples formas. Una de ellas es el aumento estadístico en el padecimiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. La evidencia científica así lo indica.

La base fisiológica que explica este fenómeno es el llamado «eje intestino-cerebro», una comunicación que se establece a través de sustancias derivadas de la digestión. Las bacterias, al interactuar con los alimentos, desprenden neurotransmisores, hormonas y ácidos grasos de cadena corta que alcanzan e interactúan con el tejido encefálico a través de la circulación sanguínea o el sistema nervioso intestinal.

Los indígenas Yanomami, por ejemplo, tienen la mayor diversidad en su microbioma. ¿Qué comen? Su dieta es rica en fibras, frutas y vegetales silvestres, con muy poco procesamiento.


Referencias:

  1. Blanco JR, Oteo JA. Gut microbiota: so much to explore! Expert Rev Anti Infect Ther 2013; 11: 759-61.
  2. Bhattacharjee S, Lukiw WJ. Alzheimer’s disease and the microbiome. Front Cell Neurosci. 2013 Sep 17;7:153.
  3. Cassani E, et al. Increased urinary indoxyl sulfate (indican): new insights into gut dysbiosis in Parkinson’s disease. Parkinsonism Relat Disord 2015; 21: 389-93.
  4. Dinan TG, Cryan JF. Gut feelings on Parkinson’s and depression. Cerebrum 2017; 2017.
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