William Ernest Henley fue un poeta inglés a quien la enfermedad y la discapacidad le sorprendieron en la adolescencia. Estuvo más de un año ingresado en uno de aquellos viejos hospitales sin luz eléctrica, sumergido en la oscuridad y en el llanto de otros pacientes. Sobrevivió a la tuberculosis pulmonar y, entre otras consecuencias, padeció la amputación de una pierna.
Justo el año de su muerte, en 1903, publicó un libro de poesía titulado «In Hospital». Entre sus poemas se encontraba «Invictus», escrito en 1875, cuando él tenía 26 años.
INVICTUS
Más allá de la noche que me cubre, negra como el abismo insondable, doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado ni he pestañeado. Sometido a los golpes del destino, mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el Horror de la Sombra, la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal, cuán cargada de castigos la sentencia, soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma.
El poema es famoso porque Nelson Mandela lo recitaba durante su cautiverio en Sudáfrica. Además, años después, una adaptación fue llevada al cine por Clint Eastwood en la película del mismo nombre: «INVICTUS».
En mi opinión, lo verdaderamente interesante del texto es el concepto de «alma» que el autor presenta, a medio camino entre lo divino y lo humano. Da gracias a los dioses que fueren, sí, pero también nos da una enorme lección de dignidad y resiliencia hasta el último día de su vida. Independientemente de cuáles sean las circunstancias, él lleva el timón de su alma con sus pensamientos, palabras, actos y principios éticos y morales.
«Soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma.»
Esto nos invita a reflexionar sobre el «destino» que cada uno le da a su vida. Con 26 años, William Ernest Henley tenía muy claro el sentido de la suya. La pregunta es: ¿lo tienes tú? Como dijo Nietzsche: «Aquél que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo». No puedo estar más de acuerdo.
Comentarios recientes