La calidad de nuestros huesos no se puede medir solo por la densidad mineral ósea (DMO), que se evalúa mediante la densitometría. De hecho, no siempre un hueso con una masa ósea elevada es más sano. A pesar de tener una densitometría similar, una persona de 80 años tiene más del doble de probabilidades de sufrir una fractura que una de 50 (1). Esto se debe a que la resistencia del hueso depende de otros factores, como su microarquitectura, su disposición geométrica y su calidad de tejido vivo. El hueso se remodela constantemente en función de las cargas que soporta, el pH sanguíneo (acidosis latente), factores hormonales, los nutrientes disponibles y, de manera fundamental, la funcionalidad estomacal.
Todo el proceso digestivo es crucial para la salud ósea. Comienza con la masticación, que no solo desintegra los alimentos, sino que también los mezcla con saliva, que contiene amilasa y mucina. Este proceso activa el sistema nervioso parasimpático y ayuda a ajustar el contenido de agua de los alimentos.
En el estómago, el jugo gástrico, compuesto por ácido clorhídrico, desempeña un papel vital. Su función más conocida es descomponer los alimentos, pero también tiene otras funciones clave:
- Activa las enzimas digestivas llamadas proteasas.
- Estimula la secreción de gastrina, una hormona que da la señal al hígado para que produzca bilis y al páncreas para que libere enzimas que descomponen proteínas, azúcares y lípidos. El páncreas también secreta una solución alcalina rica en bicarbonato de sodio para neutralizar la acidez gástrica.
Además de su papel digestivo, el ácido clorhídrico también destruye bacterias dañinas presentes en los alimentos y controla el crecimiento de otras, como la Helicobacter pylori, que pueden proliferar en el estómago. Paralelamente, el estómago secreta el «factor intrínseco», una proteína esencial para la correcta absorción de la vitamina B12.
Como puedes ver, una secreción adecuada de ácido clorhídrico es fundamental para una buena función digestiva y para la absorción de nutrientes, lo cual es vital para todas las funciones corporales y, por supuesto, para el mantenimiento y la remodelación del tejido óseo.
Esto nos lleva a una pregunta importante: ¿qué ocurre con las personas que toman inhibidores de la bomba de protones (IBP) como el omeprazol o el lansoprazol durante años? Claramente, su proceso digestivo y la absorción de nutrientes se ven alterados. Por esta razón, tienen una mayor probabilidad de sufrir fracturas y deficiencias de vitamina B12.
Lo más intrigante es que estos medicamentos no solo alteran la absorción de nutrientes, sino que también influyen directamente en la desmineralización ósea. Lo hacen al activar el principal mecanismo de la patogénesis de la osteoporosis, el sistema RANK-RANKL-OPG, mediante la estimulación de la hormona paratiroidea (PTH) y los osteoclastos (2).
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