El trasplante de células madre sanguíneas es el tratamiento anticancerígeno más utilizado para la leucemia. Una de las principales complicaciones que puede surgir cuando el paciente recibe células no propias es la enfermedad de EICH (injerto contra huésped), en la que las células inmunes trasplantadas atacan al cuerpo del receptor como si fuera un agente extraño.
Aunque la mayoría de los casos de EICH remiten con el tiempo, en algunos pacientes el cuadro se cronifica, empeorando las condiciones de salud e incluso, en los casos más graves, llevando a la muerte.
La paradoja de los antibióticos y el intestino
El EICH se trata convencionalmente con inmunosupresores, antiinflamatorios y antibióticos de amplio espectro. Si bien las guías nutricionales suelen desaconsejar el uso de probióticos por el riesgo de infección, cada vez más estudios apuntan en la dirección contraria, ganando un creciente respaldo científico.
La toma de antibióticos de amplio espectro, aunque es necesaria para prevenir infecciones en pacientes con defensas inmaduras, tiene un efecto secundario significativo: reduce drásticamente la cantidad y variedad de bacterias intestinales. La función de la microbiota no es solo la digestión y absorción de nutrientes, sino que también es crucial para el desarrollo de la tolerancia del sistema inmunológico.
El uso prolongado de antibióticos daña las barreras intestinales y la microbiota, lo que contribuye a la generación de patología autoinmune (1, 2, 3, 4). Esta es una paradoja importante, ya que el tratamiento podría estar empeorando la propia condición autoinmune que intenta resolver.
Evidencia científica y un nuevo enfoque
Estudios experimentales sobre el EICH han demostrado que controlar el estado de las barreras intestinales y la microbiota es vital para atenuar el proceso de la enfermedad (5, 6, 7). De hecho, algunas investigaciones sugieren que una mayor diversidad y cantidad microbiana protege al huésped incluso antes posibles infecciones (8).
Esto nos lleva a concluir que la compatibilidad histológica entre donante y receptor no es el único factor implicado en el EICH. Un enfoque que estudie y aplique el conocimiento sobre la salud de la microbiota y las barreras intestinales, junto con un uso más controlado de los antibióticos, podría ofrecer resultados terapéuticos muy valiosos.
Si este es tu caso y deseas más información, no dudes en contactarme.
DEDICATORIA
Este artículo está dedicado a la memoria de mi amigo Pedro Félix, quien falleció a causa de EICH. Su lucha inspira la búsqueda de un conocimiento que pueda ayudar a otros.
REFERENCIAS
- Hviid A, Svanström H, Frisch M. Antibiotic use and the development of Crohn’s disease and ulcerative colitis: a nation-wide cohort study. Gut. 2013 Nov;62(11):1591-6.
- Malta-Villanueva A, et al. Antibiotic exposure and the risk of developing inflammatory bowel disease. Gastroenterol Hepatol. 2012.
- Jerez-Calvo A, et al. The effect of antibiotics on the gut microbiome and its relationship with inflammatory bowel disease. Rev Med Chil. 2016.
- Sanders ME. Probiotics: A growing and expanding field of study. J Clin Gastroenterol. 2013.
- Aoyama K, et al. Gut microbiota-derived short-chain fatty acids regulate dendritic cell function and attenuate graft-versus-host disease. The Journal of Immunology. 2016.
- Slingerland T, et al. The role of the gut microbiota in graft-versus-host disease. Bone Marrow Transplantation. 2017.
- Mogensen H, et al. The gut microbiota in patients with acute graft-versus-host disease. BMC Cancer. 2016.
- Lynch SV, et al. Gut microbiome composition and graft-versus-host disease. Journal of Clinical Investigation. 2018.
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